Dice que hoy sabe que la felicidad importa más que el éxito
“Quiero broncearme para no parecer tanto un hombre inglés, por eso vine antes”, dice Sting, desde Río de Janeiro. Está en la ciudad donde el viernes comenzará la tercera edición del festival Rock in Rio. El actuará en la apertura. “Es una buena noche, porque también estarán James Taylor, Gilberto Gil y Milton Nascimento, voy a tocar, pero también a escuchar bastante música”, dice a La Nación , durante una larga entrevista telefónica.
Unos días después, el martes 16, Sting llegará con su banda para actuar aquí, en el estadio de Vélez. “Te prometo que haré un buen show, tocaremos temas nuevos, claro, pero también viejos, incluidos algunas de The Police. Todos estarán contentos”, asegura.
Evidentemente, Sting ya no es ese “rey del dolor”, título de una canción del trío que lideró en los años ochenta y que se le endilgó durante mucho tiempo. “Es cierto, cuando sos joven crees que es necesario sufrir para poder crear. Pero ya no, ahora estoy determinado a ser feliz y a la vez creativo; ésa es mi ambición, lo que trato de hacer. Si lo logro o no tendrá que ver con los que me escuchan. Pero para mí no es importante el éxito, lo importante es ser feliz y lo soy. Muy feliz…”
Sin embargo, éxito no es lo que le falta. Su último disco, “Brand new day”, editado en septiembre de 1999, fue creciendo lentamente en los rankings, pero allí está todavía y lleva vendidas más de siete millones de copias. Con éste, su séptimo disco solista tras la disolución de The Police, ganó además dos premios Grammy, que se sumaron a los diez que ya tenía, esta vez como mejor álbum pop y mejor interpretación masculina.
“Me puso muy contento que el disco comenzara su camino lentamente y luego continuara, porque todavía hoy está en los rankings y se sigue vendiendo. Es, supongo, porque a medida que la gente lo fue escuchando fue creciendo la demanda y esto me pone feliz -dice, insistiendo con el concepto de felicidad-, porque no es bueno hacer música que guste en el primer minuto y que al tiempo la gente ya la odie. Mi música, pienso, es un poco sofisticada para el parámetro de lo popular y necesita ser escuchada varias veces y que se le preste una determinada atención. Si lo hacés, sos recompensado de alguna manera. Parece que la música pop todavía necesita eso.” Claro que este camino lento pero seguro lo ha obligado a estar de gira largo tiempo. “Llevo catorce o quince meses en la ruta, pero lo disfruto. Es interesante ver cómo las canciones van cambiando a lo largo de la gira, cada noche un poquito, pero tanto que ya casi no recordamos cómo sonaban al comienzo. Espero que ahora suenen mejor -dice, y se escucha en la línea telefónica su risa, el humor de quien sabe lo que hace y que este territorio, el de componer canciones e interpretarlas, es el suyo-. Por lo menos, ésa es mi intención, que vayan sonando mejor a medida que andamos el camino. Me gusta que los músicos improvisen un poco cada noche porque así es como las cosas de la música evolucionan.”
Como un maratonista
Sting, a los 49 años, parece tener la actitud de un maratonista, lejos de la actitud de muchos músicos a los que cada vez les cuesta más andar de aquí para allá y prefieren la tranquilidad de los estudios de grabación y alguna que otra actuación aislada. Todavía le falta un buen tramo, ya que terminará de presentar su álbum al mundo en julio, en Londres. “Pero no, no estoy cansado, no se preocupen por mí, estoy bien y, además, éste es mi trabajo”.
Semejante actividad se combina, además, con una familia verdaderamente numerosa. Sting tiene seis hijos, entre 4 y 24 años. Los dos primeros, de su matrimonio con la actriz Frances Tomelty y los cuatro siguientes con su actual mujer, la también actriz y productora cinematográfica Trudy Styler.
A todos sus hijos, cuenta, les gusta la música, y sus gustos son variados. El de 15 ama el rap y el hip hop, aunque en casa no se permite que del equipo de música salgan letras que propongan el racismo o la misoginia, dos tópicos habituales del género. En cambio, la de 9 años, y a diferencia de muchos niños de su edad, ama a Jimi Hendrix.
“Pero no aliento a ninguno a entrar en el negocio, no es eso lo que quiero para ellos. Es cierto que cada uno debe hacer lo que quiere, pero no los voy a ayudar especialmente en ese camino”. ¿Celos? Sting ríe.
“No, simplemente, creo que hay otras opciones.”
-En “Brand new day”, escrito en 1999, hay varias referencias hacia el año 2000, como la de poner los relojes en cero, y empezar de nuevo. Ya estamos en 2001, ¿creés que ha mejorado algo?
-El mundo es un desastre, seamos honestos. Pero al mismo tiempo, para que las cosas tomen otro rumbo necesitamos ser optimistas, necesitamos creer en que todo puede cambiar para mejor. Y pienso que no soy naïf por decir esto, sino que es importante mantener una actitud saludable. Pero que hoy es un desastre no hay duda y el único rol que tengo es brindar este optimismo a través de mi música, tal vez por eso esas referencias en el álbum, así que espero que funcione.
-También estás muy comprometido con la Rainforest Foundation, que ayudaste a crear junto a tu esposa.
-Sí, es cierto, trabajo en ello desde hace 12 años. Empezamos aquí, en Brasil, con la selva amazónica y ahora estamos en otros 23 países. Es un trabajo difícil, pero ahí estamos y creo que es importante.
-Por otro lado, has firmado un contrato con la empresa de computación Compaq que auspició toda la gira y grabaste una publicidad de autos. ¿Es un signo de los tiempos que corren?
-Soy realista. No creo que las grandes corporaciones vayan a irse en algún momento y pienso que de alguna manera hay que sumarse a ellas y tratar de cambiar la manera en que trabajan desde adentro, mejor que desde afuera. Me han ayudado a promocionar mi disco, a insertarlo en el mercado y estoy muy agradecido por ello. Pero yo sigo representando lo que siempre representé, y la gente lo sabe.
El jazz desde el comienzo
Si algo caracteriza a la carrera solista de Sting es un sonido en el que se combina el rock, el pop, ciertos aires de world music y el jazz. No es casual esto último: antes de The Police, ya había participado en bandas que hacían dixieland. De allí, de cuando usaba remeras rayadas en amarillo y negro, que parecían el aguijón (en inglés, “sting”) de una avispa, le viene el apodo a este hombre que nació como Gordon Matthew Sumner. Tras la separación del trío también se rodeó, para grabar su primer trabajo por las suyas, de varios músicos de jazz, incluido Branford Marsalis, que desde entonces lo ha acompañado en todos los álbumes.
“Mis padres escuchaban mucho jazz y otros tipos de música, de los años 40 y 50. Siempre ha sido parte de mi vida, tanto que no recuerdo haber escuchado jazz por primera vez, es como si siempre hubiera estado allí. En cambio, sí recuerdo cuando escuché por primera vez rock and roll. Era una canción de Elvis Presley y fue algo muy excitante para mí.”
En este disco también participan los bateristas Vinnie Colaiuta y Manu Katche. “Me entusiasma tocar con músicos de jazz, aunque no sea jazz lo que hacemos, pero en la improvisación hay definitivamente un gusto por el riesgo, por el peligro.
-En los discos anteriores las letras eran más autorreferenciales, en “Brand new day” son historias, como si te hubieras metido en la piel de esos personajes. ¿A qué se debe este cambio?
-Estaba aburrido de cantar acerca de mí mismo y pensé que la gente se estaría aburriendo también. Tal vez sea una señal de madurez, una evolución, el poder escribir desde diferentes perspectivas, desde el punto de vista de otros, como un contador de historias. Ya no soy joven, creo que cuando sos un joven compositor de canciones tendés a enojarte fácilmente, a ser muy subjetivo y al ir creciendo te vas volviendo más objetivo.
-En la canción “Desert Rose” participa el cantante de rap Cheb Mami. ¿Te interesa esa música?
-Lo bueno es que, como tantas otras, no es una música pura, sino una combinación de elementos que incluye rhythm and blues, flamenco, reggae, pop y cabaret francés. Me siento cómodo con las mezclas, las fusiones. Yo había compuesto una melodía con aire árabe y parecía natural buscar a un cantante de esa cultura.
La letra de la canción está basada en la idea sufi de que el amor romántico es un camino hacia el amor superior hacia Dios, o una analogía de ello. Una idea que condice con cierto estilo de vida que Sting ha adoptado desde hace años. Según cuenta, tiene una granja de cultivos orgánicos en su casa londinense y practica yoga todas las mañanas. “Lo he estado haciendo por diez años y me ayuda a mantenerme en foco, me mantiene sano y conectado tanto física como mentalmente. Me gusta mucho y me hace bien.”
-¿Pensaste alguna vez en rearmar The Police?
-No, disfruté de ese tiempo y estoy orgulloso de haber estado en el grupo, pero no tengo necesidad de recrear el pasado, primero porque es imposible, y segundo y principal porque no es mi deseo, me gusta el presente, me gusta lo que sucede ahora.
-Pero parece haber una demanda en la gente para que ello ocurra.
-Sí, porque son demasiado sentimentales
-¿Vos no lo sos?
-No, en absoluto.
Y vuelve a reír. La nostalgia no está en su agenda.
La suerte de Kasparov
Además de la práctica diaria del yoga y el mantenimiento de una granja orgánica, otro de los gustos de Sting es la lectura, como corresponde a quien, antes de dedicarse a la música por tiempo completo, fue maestro de inglés. “Leo todos los días, en casa o en gira. Leo novelas, historia, filosofía. Y tengo una gran biblioteca en donde conservo libros desde que era muy joven. En cambio, no escucho mucha música cuando estoy de gira, ya es bastante con lo que tocamos.” Y también juega ajedrez. Este año, se enfrentó en la que fue, tal vez, la partida más difícil de su vida: su contrincante era el campeón mundial Kasparov. “Tuvo suerte, yo no tenía un buen día”, bromea y, por las dudas y como si hiciera falta, aclara que es un chiste.
Ese humor también lo exhibe cuando explica por qué decidió tocar el bajo y cantar, una combinación no demasiado habitual. “Me pagan buena plata por ello, porque puedo hacer las dos cosas, soy como dos en uno. Y sí, no es lo más común, pero nunca quise hacer lo usual en nada, siempre quise hacer algo distinto, en todo sentido, tanto en la música como en mi vida en general.”
Fuente: Adriana Franco. www.lanacion.com.ar / 7 de enero de 2001